
English:
Hailing from Peru, the artist Sajjra (atypically releasing work under full name, Sajjra Xhrs Galarreta here) is one who manages to poke its head out from the somewhat overlooked experimental underground of South America. Time in Europe certainly helped for exposure, but Sajjra’s work stands out from your usual (excuse the oxymoron) experimental noise music.
Seeking inspiration from the Andes mountains, these sparse landscapes translate into deep and spiritual soundscapes. Emphasis on the natural world being a departure from what many could expect from noise music which more commonly concerns itself with urban depravity. With vastness at the helm of Sajjra’s output, their sound finds intensity and impact less through imploding cacophony, and more through ritualistic sonic exorcism.
Discipline Mag first caught wind of Sajjra at the Jogja Noise Bombing Fest in 2020. Their performance involved spitting Arak (Indonesian rice wine) over the audience, connecting a lighter flame to a contact mic, and a motorbike. The performance’s total lack of boundaries resembling little less than a reckless sonic purge.
Watch Sajjra’s performance at the Jogja Noise Bombing Fest 2020
On Uchuraccay, Sajjra retains the thematic linkage to their home country. Uchuraccay was a village whose location saw it dragged into conflicts between the Peruvian state army and Guerilla rebel group, Sendero Luminoso. Ordered by the state to kill any visitors to their village, Uchuraccay’s inhabitants murdered eight journalists and a guide who entered. Retribution for this fateful accident resulted in the killing of 135 farmers by the state. Consequently, the village fled in 1984, abandoning their homes and livelihoods for the unknown.
The two tracks on Uchuraccay occupy a side each of the cassette, with the 22-minute title track taking pride of place on side A. The tone of distress is set in the opening minutes. High pitched and painful wails gradually emerge like distant moans of pain and alarm. Supported by little more than ringing cymbals of traditional instrumentation and a very minimal synth drone. After meandering in uncertainty and caution, it’s around the five-minute mark that “Uchuraccay” becomes damaged beyond repair.
Like the impact of a blunt instrument, the track explodes with force and tension. Deep blasts of sound are accentuated with disconcerting synth passages and perpetual drone. The wails increase in both severity and frequency while the number of contributors increase in tandem. As the moans subside, the sense of disarray is carried until until its conclusion, fading with a linger that signals it never really finished.
“Uchuraccay” has three distinct movements that read like the events of a single day’s carnage. Almost as if from the perspective of a returning villager, the distant screams and agony of the opening function as a warning of the unfolding calamity. The continual pounding of the second movement signifying the horror of bearing witness to the systematic attack upon your own community. And the droning final piece having a sense of bewilderment at what has just happened. Even as the moment has passes, processing the experience is equally as violent.



The second track on side B, “Sirinu Wayra Tanqanakuy (Otoacoustic Emisisons from the Wind)”, is a psychoacoustic sound experiment. Taking sound recordings from the Austrian Tirol Mountains and the seaside of The Hague, the environmental ambience is amplified through equalisation and editing.
Side B’s persistent jangles and undertow of droning wind create a feeling of atmospheric oppression. Over the course of its 15-minute run time, the piece becomes disorientating as your mind comes to identify patterns, whether present or not, within the sharp psychedelic waves of sound. While the track takes the release out of Peru and outside of Uchuraccay’s struggle, in some ways it feels like the natural next chapter. For those who have had their comfort, safety, and security torn away from them, they are now confronted by their new reality: a cruel and windy void of mountainous nothingness.
Shocking, powerful, and challenging, Uchuraccay is a harrowing look into a grisly piece of Peruvian history. Keep an eye out for upcoming French documentary, “À qui veut bien l’entendre” that features Sajjra alongside French stalwart of harsh noise wall, Vomir.
Español:
Natural de Perú, el artista Sajjra (quien edita sus trabajos, atípicamente, bajo su nombre completo Sajjra Xhrs Galarreta) es alguien que consigue sobresalir de entre el underground experimental de Sudamérica, en cierta manera ignorado. Sus estancias en Europa le ayudaron, ciertamente, a tomar relevancia, pero el trabajo de Sajjra destaca entre el habitual género de ruido experimental (perdón por el oxímoron).
Buscando inspiración en los Andes, aquellas visiones vacías se traducen en profundos y espirituales paisajes sonoros. La naturaleza es enfatizada, evadiéndose de lo que muchos podrían esperar del ruidismo, relacionado más generalmente con la depravación urbana. Con la inmensidad al timón de su producción, el sonido encuentra la intensidad y el impacto más a través de un exorcismo sonoro ritual que de la cacofonía implosionadora.
Discipline Mag descubrió a Sajjra en el Jogja Noise Bombing Fest de 2020. Su actuación incluyó escupir Arak (vino de arroz indonesio) al público, quemar un micrófono de contacto con un mechero, y una motocicleta. Su total ausencia de límites poco menos se asemeja a una temeraria purga sonora.
Mira la actuación de Sajjra en The Jogja Noise Bombing Fest 2020
Sajjra mantiene en Uchuraccay el enlace temático con su país de origen. Uchuraccay fue un pueblo cuya localización se vio arrastrada a conflictos entre el estado peruano y la guerrilla rebelde Sendero Luminoso. Los habitantes de Uchuraccay, bajo órdenes del estado de matar a cualquier visitante, asesinaron a ocho periodistas y a un guía que entraron en el poblado. En venganza por este fatídico incidente, el estado asesinó a su vez a 135 granjeros. En consecuencia, la población huyó en 1984, abandonando sus casas y medios de vida hacia lo desconocido.
Los dos temas de Uchuraccay ocupan una cara del casete cada uno, con el tema homónimo de 22 minutos privilegiándose de la cara A. El tono de angustia se establece durante los primeros minutos. Los lamentos agudos y dolorosos emergen como gemidos lejanos de dolor y alarma, apoyados por poco más que unos platillos de instrumentación tradicional y un zumbido de sintetizador mínimo. Después de vagar entre la incertidumbre y la mesura, es hacia los cinco minutos cuando “Uchuraccay” acaba dañándose irreparablemente.
El tema explota con fuerza y tensión, como el impacto de un instrumento contundente. Profundas explosiones de sonido son acentuadas con pasajes de sintetizador desconcertantes y un zumbido perpetuo. Los lamentos aumentan tanto en severidad como frecuencia, mientras que el número de contribuyentes va aumentando en conjunto. A medida que los gemidos van disminuyendo, la sensación de desorden continúa hasta el final, desvaneciéndose con una cadencia que indica que nunca terminó.
Sajjra actuación en vivo en The Jogja Noise Bombing Festival 2020
“Uchuraccay” posee tres movimientos distintivos que se van interpretando como los eventos de un día de carnicería. Los gritos distantes y la agonía de la apertura funcionan como advertencia de la calamidad que se aproxima, casi como desde la perspectiva de un habitante que está de regreso. El continuo martilleo del segundo movimiento da significado al horror de ser testigo del ataque sistemático contra tu propia comunidad. Y el zumbido final de la pieza tiene el sentido del desconcierto por lo que ha ocurrido. El momento pasó, pero asimilar la experiencia es igualmente violento.
El segundo tema en la cara B, “Sirinu Wayra Tanqanakuy (Otoacoustic Emisisons from the Wind)”, es un experimento psicoacústico. La ambientación es amplificada mediante ecualización y edición, usando grabaciones de las montañas del Tirol austríaco y la costa de La Haya.
Los tintineos persistentes de la cara B y la resaca del viento zumbador crean un sentimiento de atmósfera opresiva. A lo largo de sus 15 minutos de duración, el tema se va tornando desorientador a medida que la mente va identificando patrones, presentes o no, de entre las agudas y psicodélicas olas de sonido. A pesar de que este tema se aleja de Perú y de la lucha de Uchuraccay, se siente de alguna manera como el natural episodio posterior. Aquellos a quienes se arrebató su comodidad, seguridad y protección se enfrentan ahora a su nueva realidad: el frío y el viento en el montañoso vacío de la nada.
Impactante, poderoso y desafiante, Uchuraccay es una mirada desgarradora dentro de una parte de la historia peruana. Estate atento al próximo documental francés “À Qui Veut Bien L’entendre” que presenta a Sajjra junto al incondicional muro de ruido extremo, Vomir.
Escucha o compra aquí.
Los casetes se presentan envueltos en un saquito de paja, muy parecido a lo que los habitantes del poblado habrían usado para transportar sus pertenencias más importantes cuando huían de sus hogares.